Clase
jueves, 8 de octubre de 2009

Jueventud

Reconstruyendo pedacito tras pedacito las últimas palabras que me dejó antes de que se esfumara:
- De volver a vernos como, sólo por un instante, cerrando los ojos el mundo brillaba a nuestro alrededor y no teníamos miedo, ahora dudo de si querer o no querer hacerme mayor. No, no quiero…
Una decisión bastante sabía por su parte, acepté su sinceridad pero no sus maneras. Y sé que vuestra espera no se hará tan impaciente como la que tuve yo, toda historia tiene un principio.
Todo está relacionado con mi pasado, mi infancia. Nunca he tenido como ejemplo esa familia tan tradicional, formada por un padre, una madre, unos hermanos… He vivido mucho tiempo en el campo con mis tíos y mis primos pero nunca con mis padres, ellos son bastante independientes y no quisieron hacerse cargo de mi, en parte les comprendo, como van a saber cuidar de mi si no saben cuidar de sí mismos.
Siempre he estado rodeada de hombres, son demasiado fríos y calculadores, les he llegado a coger asco y por eso no quiere decir que hayan abusado de mí sino que comparados con las mujeres ellos suelen actuar con pasotismo e ignorancia. Me acostumbré a pensar que solo existía ese tipo de hombre y me empecé a fijar en cosas totalmente nuevas para mí, y allí estaba aquella persona.
Solo me he aferrado a una cosa en esta vida y acostumbrarte a vivir pensando que té falta, es sentir un nuevo sentimiento totalmente contradictorio, sientes que no vives.
Pero me hacía sentir, aunque hubiera mil diferencias, me continuaba llenando. No quiero estar con otra persona que no sea esa, no es un simple amor pasajero que cuando surja la crisis puede llegar alguien nuevo a tu vida, considero que es la persona que me ha llenado aquella infancia que me faltaba por vivir…
Dicha carta me llegó a los pocos días al no saber nada de ella, Alicia, al tener una cierta edad la tecnología no nos acompaña con los años y recurrimos a lo antiguo. Ayer recibí parte del fragmento que ya me había escrito y parte del nuevo donde revelaba dicha verdad.
- De volver a vernos como, sólo por un instante, cerrando los ojos el mundo brillaba a nuestro alrededor y no teníamos miedo, ahora dudo de si querer o no querer hacerme mayor. No, no quiero envejecer sin alguien al que admirar.
Tengo 68 años y las ideas muy claras, a veces los más jóvenes dudan del amor verdadero, y más aun si la diferencia de edades es de 38 años. Pero lo que me llevaré a la tumba es el sentimiento semejante que una madre puede tener por un hijo, y ahí está ella, Alicia.

1 comentarios:

Esquince dijo...

Texto sincero y bello (adjetivo que puede sonar cursi, pero "bonito" se le quedaba pequeño a este texto). Es difícil ser sicnero escribiendo sin caer en el sentimentalismo, y este texto evitar caer en él.

En otro momento sigo comentando el resto de textos, que hay demasiados y, de una tacada, veo que no puedo. Estáis creando un pequeño tesoro. :)

Publicar un comentario