Clase
domingo, 10 de enero de 2010

Dama de Negro

ACTO 1

Escena 1

(Pequeño café parisino del barrio de Montmartre. Llueve. Advertimos la figura de un JOVEN que preside una mesa solitaria. Viste harapos y está algo sucio, aunque es atractivo. Le cae una sutil melena castaña sobre los hombros. Sostiene entre las manos una especie de cuaderno enorme. Parece desesperado. Mientras inspecciona una y otra vez el interior del cuaderno, se le acerca el CAMARERO. Se oye el suave murmuro del gentío y de la radio a lo lejos.)

CAMARERO: Buenas tardes, señor. ¿Qué desea?

(El JOVEN no responde.)

CAMARERO: (Carraspea) Señor. ¿Qué desea? (Después de unos segundos, impaciente, alzando levemente el tono de voz) ¡Señor!
JOVEN: (Desconcertado) ¿Qué?
CAMARERO: ¿Qué desea?
JOVEN: (Se gira desinteresado hacia el cuaderno) Ah. Un café.

(El CAMARERO le observa un instante, hipnotizado por aquello que hay en el cuaderno. El JOVEN se da cuenta y le lanza una mirada desafiante. El CAMARERO sonríe distraído y se va. Entra en el local una mujer escultural. Viste de luto, con una falda por encima de las rodillas. Un exquisito velo negro le difumina el rostro. Se sienta sola, al fondo. Cuando pasa cerca del JOVEN, éste la persigue con la mirada. El CAMARERO la atiende bajo los atentos ojos del JOVEN, que ha dejado el cuaderno sobre la mesa. Cuando el CAMARERO se marcha, la DAMA DE NEGRO dirige su mirada, a través del frío velo opaco, hacia el JOVEN.)

JOVEN: (Aparta la mirada y tira sin querer el cuaderno al suelo) Maldita sea… (Se agacha a recogerlo y ve los zapatos del CAMARERO) Ah sí, el café. ¡Por fin! (El CAMARERO deja el café sobre la mesa, pero no se va) ¿Qué? ¿Propina? ¿Tan pronto?
CAMARERO: No, señor. Es la señorita del fondo. Dice que ella le invita.
JOVEN: (Atónito) ¿Cómo?
CAMARERO: Yo de usted se lo agradecería pero que muy, muy bien. No sé si me…
JOVEN: (Ignorándole) ¿Te ha dicho algo más?
CAMARERO: No, señor.
JOVEN: ¿La conoces?
CAMARERO: No, señor.
JOVEN: ¿No? ¿Cómo, no?
CAMARERO: Pues eso, señor. No la había visto nunca. Y no creo equivocarme: una señorita así no se ve cada día. Ni siquiera si uno trabaja en un lugar como éste.
JOVEN: De acuerdo. Márchate.

(El CAMARERO se va. El JOVEN, totalmente desentendido del cuaderno, mira disimuladamente a la DAMA DE NEGRO. Ella le observa fijamente. Entra en el café un HOMBRE adulto con botas pesadas, pisando firme el suelo. Hace ruido. Ambos se giran y le miran. Viste deliciosamente y sobre su piel translúcida se dibujan dos dagas de hielo surcadas por finas lanzas rubias. Se sienta al lado del JOVEN.)

HOMBRE: (Cruzando las piernas y llamando al CAMARERO con la mano) ¡Buenas tardes!
JOVEN: (Molesto) Hola.
HOMBRE: (Al CAMARERO) Whisky con hielo. (Saca un paquete de cigarrillos y se enciende uno. Al JOVEN) ¿Quieres?
JOVEN: No.
HOMBRE: Tú siempre tan arisco. ¿Cuándo aprenderás a tratar mejor a los demás? Si te ofrecen un cigarrillo, pues lo coges y respondes: ¡muy amable! Y se acabó.
JOVEN: De ti no acepto ni las gracias.
HOMBRE: Oh, bueno. Mientras sólo sea yo el desafortunado… (Se fija en el cuaderno) ¿Y esto?
JOVEN: (Incómodo) ¿Qué?
HOMBRE: ¿Cómo que qué, mal educado?
JOVEN: … Un cuaderno.
HOMBRE: Y, ¿se puede saber para qué quieres tú un dichoso cuaderno de artista fracasado?
JOVEN: Quizás porque soy un artista fracasado.
HOMBRE: Tú lo que eres es un imbécil fracasado con aires de grandeza. (Enfadado) ¡Y mi whisky!
JOVEN: ¿No había que tratar a la gente con delicadeza, papá?
HOMBRE: (Le mira, receloso) ¡CAMARERO, el whisky!

(De mientras, la DAMA DE NEGRO ha terminado, ha dejado el dinero sobre la mesa y camina hacia la salida. Se detiene ante la mesa del JOVEN.)

DAMA DE NEGRO: (Al JOVEN) ¿Dónde y cuándo puedo encontrarte?
JOVEN: (Nervioso) ¿Encontrarme? Pues, esto… no sé… en cualquier lugar… yo…
HOMBRE: (Interrumpiéndole) ¿Qué es lo que desea una señorita tan hermosa de un pardillo como éste? Soy su padre y haré todo lo que él haga mil veces mejor. Habla la voz de la experiencia, preciosa. No se arrepentirá.
DAMA DE NEGRO: (Cortante) No.
JOVEN: Aquí mismo.
DAMA DE NEGRO: Mañana a la seis.
JOVEN: (Repitiéndolo para sí mismo) A las seis…
HOMBRE: ¡Mujer! ¡No sea ridícula!
DAMA DE NEGRO: (Indignada) ¿Qué?
HOMBRE: ¿Para qué demonios quiere a este perdedor?
DAMA DE NEGRO: ¿Así habla un padre de su hijo?
HOMBRE: Que sea mi supuesto hijo no quita el hecho de que se trate de un perdedor.
DAMA DE NEGRO: (Dudando) El CAMARERO. Él me lo ha dicho.
HOMBRE: ¿Le ha dicho el qué?
DAMA DE NEGRO: (Mirando al JOVEN) Lo que ha visto en su cuaderno.
JOVEN: (Desconcertado) ¡¿Qué?!
HOMBRE: (Riéndose) ¡Estúpido!
DAMA DE NEGRO: ¡Cállese, adefesio!
HOMBRE: ¿¡Adefesio!? ¡¿Qué es lo que hay allí para que se atreva usted a llamarme adefesio?!
DAMA DE NEGRO: …Es…
HOMBRE: ¿El qué?
DAMA DE NEGRO: …Es Dorian Gray.
HOMBRE: (Extrañado) ¿Quién?
DAMA DE NEGRO: (Al JOVEN) A las seis. Recuérdalo. Te necesito.

(La DAMA DE NEGRO se va. Con ella, las luces del café se atenúan. Oscuro. El murmullo de la radio aún se oye después de unos segundos de oscuridad, y se extingue… Silencio.)
viernes, 20 de noviembre de 2009

Operación Salida

Un padre en su vehículo, un Seat Panda de los años noventa, con su mujer, de cuarenta años que no paraba de maquillarse con el reflejo del espejo retrovisor, y con sus hijos ,un bebé de 4 meses con tendencia a llorar y un adolescente de 15 años con un peinado por el cual no se distingue si es un chico o una chica y con un walkman y los auriculares en sus oídos al máximo volumen, en la autopista, una tarde de Agosto, en la operación salida de Málaga, dentro de un atasco. Temperatura ambiente: cuarenta y dos grados, temperatura dentro del Seat Panda: cuarenta y seis grados. La gente del atasco fuera de sus vehículos y delante del Seat Panda de los noventa se situaba un Peugeot 105 con unos altavoces en el maletero con la música al máximo. El padre sufría de estrés y su familia le provocaba más de este. La mujer empezó a flirtear con el hombre del coche del carril derecho, un treintañero que visitaba mucho el gimnasio. El hijo adolescente empezó a cantar su música incomprensible por el padre y el bebé empezó a llorar. Pasó media hora y la situación era la misma, su mujer seguía flirteando con el hombre del carril derecho, el hijo adolescente “cantando” y el bebé llorando, un llanto que penetraba en los oídos como el de un taladro hasta llegar a la mente y taladrarla a ella misma y el coche de enfrente seguía con su música al máximo volumen, que siempre tenía el mismo ritmo. Entonces los vehículos del carril izquierdo avanzaron, y el vehículo de atrás del Seat Panda aceleró sin darse cuenta que su carril no había avanzado y colisionó con el Seat Panda. El conductor se bajó del vehículo para disculparse al conductor del Seat Panda, pero no pudo, pues el padre ya no podía conducir.

Hecatombe

Imagina que un día al levantarte hubiera un día sin sol, una noche sin luna, un átomo sin partículas, un lápiz sin mina, un bolígrafo sin tinta, un libro sin páginas, una televisión sin antena, un microondas sin ondas, unos zapatos sin cordones, un barco sin rumbo, una rosa sin espinas, una cámara sin objetivo, una cerradura sin llave, una pistola sin gatillo, un coche sin motor, una guitarra sin cuerdas, una consola sin mandos, un ordenador sin teclado, una flor sin polen, un año sin meses, un mes sin días, un día sin minutos, un minuto sin segundo, un segundo sin decimas, una canción sin sonido, un jardín sin flores, un valle sin montañas, una bombilla sin luz, un fuego sin calor, un mar sin agua, un aire sin oxígeno, una tierra sin minerales, un cielo sin azul, un atardecer sin rojo, un amor sin pasión, una sonrisa sin alegría, un grito sin terror, una persona sin sentidos, un artista sin inspiración, un humorista sin gracia, un rey sin corona, un príncipe sin herencia, un pastor sin rebaño un pirata sin barco, un misterio sin resolver, un banco sin capital, un museo sin exposiciones, una sociedad sin cultura, un político sin corrupción, un dictador sin maldad, un superhéroe sin poderes, un Chuck Norris sin patada voladora, un amigo sin enemigos, un profesor sin alumnos, un filósofo sin ideas, un medio sin un entero, un Ying sin Yang, una Bella sin Bestia, un Adán sin Eva, un Caín sin Abel, un Cupido sin flechas, un Hades sin muerte, un dios sin seguidores, un problema sin respuesta, un juego sin dificultad, una Tierra sin vida, un Universo sin Big Bang…

A7X (Relato del día de la Mercé)

Son las 9 del domingo 27 de Septiembre del 2009. Esta anocheciendo. Pronto tengo que ir a trabajar, al hotel Ac, de recepcionista. Odio mi trabajo. Cojo las llaves y salgo de mi apartamento, de 30 metros cuadrados y me dirijo al hotel. Odio mi apartamento. Entro en mi vehículo, un Peugeot 105. Odio mi coche. Son las 9 y media. Entro en el hotel, me pongo mi uniforme y me dirijo a la mesa de recepción. Dibujo en mi cara una falsa sonrisa, con la que se marcan las arrugas de mi rostro envejecido, y a esperar que entren clientes.Mi compañera de trabajo, Alice, se dirige hacia mí y me dice.- Buenas noches Aarón –Sonríe y continúa hablando-. Tenemos que volver a quedar, me lo pase muy bien ayer.-Cuando quieras –Respondo devolviéndole la sonrisa.
Alice tiene 19 años. Trabaja de camarera en el hotel para pagarse sus estudios. Estudia magisterio de lengua extranjera. En ocasiones quedamos y le enseño inglés, ya que lo domino con excelencia. Domino muchos idiomas, algunos ya no se hablan.
-¿Cómo que sabes hablar tantos idiomas? –Pregunta Alice-. -Es porque he vivido mucho en muchos lugares del planeta.- Cuando quedemos me tienes que contar más anécdotas de ti y de tu familia.- Como quieras.
Las anécdotas que le cuento no las ha vivido mi familia, sino yo. He vivido mucho, y aún tengo que vivir más.
Son las 5 de la madrugada. Alice y yo recogemos nuestras cosas y salimos juntos del hotel. La verdad es que yo amo a Alice. -Aarón dime una cosa –Dice Alice mirándome con cara de preocupación-¿Tú sientes algo por mi verdad?-Alice, no se te escapa una –Respondo, y antes de que ella diga algo adjunto-. Ahora es la Lujuria, la que me enviará al infierno.-¿Qué estás diciendo? –Alice no estaba entendiendo mis palabras-. No te preocupes… pues yo te amo también.-No debemos Alice –Digo mientras me subo la manga derecha y observo mi marca del brazo y se la muestro también a Alice-.-¿Qué es? –Pregunta con curiosidad-.-Puedes ver que hay marcados 5 números uno en escritura romana y una cruz.-¿Qué significa? –Sus dudas no se han resuelto-.-La cruz significa mi lealtad a Dios–Digo mientras sonrió mostrando los colmillos-.y lo otro son las veces que he ascendido desde el inferno-. Alice no entiende nada de lo que digo, pero es lo cierto. No deseo volver allí. Mis visitas a ese lugar no han sido muy agradables. No debí haberle matado –Pienso mientras Alice sigue confusa-. Veo como al final de la calle aparecen unas llamas blancas se las que surge una persona. Odio esas llamas blancas. Otra vez, había llegado mi hora.
-Alice, me gustaría contarte mi vida –Volví a pensar-. Mis vidas.-¿Cómo que tus vidas? –Alice no daba crédito a lo que oía-.La agarro de un brazo mientras nos adentramos en un callejón oscuro y sin salida. Noto que el pulso de Alice esta acelerado. El temor invade su cuerpo y se desmaya. Decido coger su cuerpo y apoyarlo en mis hombros y dirigirme hacia mi apartamento. ¿He comentado ya que lo odio?. Una vez allí consigo que recupere el conocimiento. Alice empieza a llorar. La abrazo. Una vez calmada me pongo frente a ella, cara a cara.
-Alice voy a contarte la verdad sobre mi existencia, presta mucha atención, pues solo te la contaré una vez, o puede que no esté vivo para contarte el fin.
Alice no dice nada. Nunca la había visto tan seria. Supongo que no es una niña como yo pensaba.
-Esta es mi historia –Digo y empiezo a contarle el relato que es mi vida-.
Yo nací muchos siglos antes, no te sabría decir una data con exactitud. Soy judío y en esos tiempos también lo era. Era un pastor que vivía en Oriente medio. Era viudo y mantenía a mis dos hijos. Dios se llevó a mi esposa por no sacrificar parte de mi rebaño cuando los demás habitantes de mi pueblo lo hicieron. En ese entonces empecé a odiar a Dios. Mi odio hacía él aumentó cuando el clero premió a los habitantes de mi pueblo con la ostia divina por haber hecho sacrificios. No recibir la ostia me dio igual en ese momento, pues empecé a olvidarme de la religión, pero mis hijos me menospreciaban y me insultaban por no haber sido bautizado ni haber recibido la ostia como el resto de los padres de sus amigos. A los 7 años me abandonaron por ese motivo y fueron adoptados por el padre Abraham que los introdujo de nuevo en la creencia en el Señor.
Yo estaba furioso, muy furioso. Decidí coger mi hoz y me dirigí a la iglesia. Allí maté al padre Abraham y malherí a unas monjas que me intentaron impedir mi propósito. Noah, uno de mis hijos se abalanzó sobre mí para vengar al padre Abraham. No me lo podía creer, Dios había puesto a toda mi familia en mi contra. La irá invadió mi cuerpo y mató a mi hijo. Yo no lo sabía, pero mi hijo Diego lo observó todo escondido detrás de la figura del señor.
Una vez concluida la matanza, cogí mis cosas, robé un caballo y salí al galope de mi pueblo. Me dirigí hacia el norte, sin rumbo. Hallé una ciudad basta y me adentré en ella. Allí una familia me adoptó y trabajé en los campos de las afueras conreando frutas y luego colaboraba a venderlas en el mercado de la ciudad. Trabajé 3 meses para esa familia hasta que una tormenta de nubes blancas acabó con sus campos.
Compré un caballo y me dirigí al este, sin rumbo otra vez. Pero algo ocurría en los lugares que yo cruzaba. Las plantas en las tierras por la que pasaba se morían, y siempre me acompañaba una fuerte lluvia. Vague por muchas tierras hasta que perdí el conocimiento.
Cuando desperté estaba en unas tierras desérticas, no tenía ni idea de donde estaba. Mi caballo ya no me acompañaba. Ande por esas tierras durante 7 días sin comida ni bebida. Hasta que el octavo día me encontré con un hombre, viejo, de cuerpo magullado y expresión de tristeza. Tenía un jarro con agua, del cual quiso compartir conmigo. Acepté. Seguía teniendo sed, mucha sed. Me di cuenta que en mi espalda aún estaba la hoz con la que asesiné a mi hijo. Y sin pensarlo dos veces la agarré y le corte un brazo al hombre que me mostró su amabilidad. Luego corté la cabeza y bebí de su botella. Que resultó estar vacía. Entonces unas llamas blancas surgieron de la tierra. De las llamas apareció un hombre. No recuerdo su aspecto y lo he visto ya 6 veces. Me señaló con el dedo y dijo. -No será así. Cualquiera que maté a Caín será castigado siete veces.
Y las llamas me tragaron. Entonces me di cuenta de que a quien había matado era Caín y que estaba en la Tierra de Nod y, que el hombre que salió de las llamas era Jehovah. Cuando desperté me encontraba en unas tierras rocosas con llamas emergentes de las rocas. Estaba en el Infierno. Quien lo iba a decir que acabaría allí. Dios me había castigado por todo lo que había hecho.
-Veamos… - Dijo una voz grave-. Has cometido dos pecados capitales: Ira y Avaricia. Muy mal chico. Y para colmo has matado a Caín. Tú no has leído la Biblia verdad. Ese Señor, no aprenderá. Según el Génesis capitulo 4 versículo 15 tienes que ser castigado 7 veces. Me toca a mí aplicarte los castigos.-Pe…- Intenté decir-.
-¡En el Infierno los mortales no tenéis derecho a hablar! – Gritó esa figura de voz. Al gritar unas llamas emergieron del suelo y me quemaron por completo. Intenté gritar pero no salía ruido alguno de mi boca y mi cuerpo se consumió. Al ser cenizas completamente volví a mi estado natural-. Si vuelves a hablar lo volveré a hacer. Hmmm, estar aquí ya es suficiente castigo, normalmente no aplico yo los castigos pero no tengo más remedios. Por lo que sé de la manera que mas has sufrido en tu vida ha sido con la vida misma. El castigo está claro. Vivirás 7 veces más. Cada vez que cometas otro pecado capital volverás aquí y emergerás otra vez a otra vida. Intentaremos que no sean seguidas.
Y las llamas volvieron a tragarme. Aparecí en otra edad. Viví hasta que cometí otro pecado y esas llamas volvieron a aparecer, pero esa vez no apareció Jehovah. Esa vez aparecieron miles de serpientes que me estrangularon, me mordieron y me picaron miles de veces. Volví al infierno. Así 5 veces más. En cada vida me esperaba una muerte distinta. Esta es mi sexta vida y la Lujuria ha invocado esas llamas. Pronto veremos cuál es la muerte que me depara ahora. Alice que ha escuchado mi historia se ha quedado sin expresión. No sabe si creerme o no. De repente levanta la cabeza y me abraza.
-¿Sabes qué? –Pregunta mientras una lagrima cae por su mejilla-.-¿Qué?- Respondo con otra lagrima-.-Seguiremos juntos hasta la muerte –Y me abrazó con más fuerza.
De repente mi puerta empieza a quemarse, por unas llamas blancas. Las odio con todo mi magullado corazón. Las llamas avanzan por todo mi apartamento hasta estar rodeados por 4 paredes en llamas. Alice y yo salimos corriendo, a través de las llamas. Entonces unas manos cogen a Alice y una persona por detrás me golpea la espalda con su codo y caigo al suelo. Son 2 hombres. Mientras uno coge a Alice, el otro no para de golpearme. Me golpea y me golpea. No paro de recibir golpes. El hombre ésta encima de mí en el suelo y golpeando sin cesar. Finalmente cogen mi careta y huyen velozmente. Alice llama a la ambulancia la cual llega enseguida. Con toda la gente que hay estos días por la calle, como es que nadie ha visto las llamas –Me pregunta Alice. Yo sonrío. Me tumban en una camilla y cierro los ojos.
a abrir estaba en el hospital en una cama, con unas flores y Alice llorando en una silla en el lado derecho de la cama. Intenté mover el brazo derecho pero no pude. Alice ve que hago un movimiento en vano y me habla. Yo veo como mueve los labios pero no el sonido que producen. Con mi último esfuerzo levanto los brazos, cojo la cabeza de Alice y la aproximo a la mía hasta que nuestros labios mantienen un último contacto. Con el beso cierro los ojos y cuando los abro le veo a él otra vez, en su trono, con un fondo de llamas.
-Buenos días.
lunes, 16 de noviembre de 2009

ECLIPSE AZUL

Me desperté iluminada por esa extraña luz azul que penetraba por la ventana de la habitación. Desconcertada me incorporé en la cama y miré por la ventana, situada justo a mis pies. Lo que vi me asustó y me trastornó brutalmente, y es que la luna llena estaba difuminada bajo una luz azul neón, azul celeste, azul planeta, azul destino, azul vida y muerte, azul …


Ese extraño azul me envolvía y me hacía enloquecer. ¿Pero cómo era posible? La luna estaba semi-escondida tras un velo irisado y llamativo, resplandeciente, fulgurante, brillante y soberbio.

Entre el pánico y la admiración, el embelesamiento y la desesperación, la incertidumbre y el terror, miré hacia el suelo y vi la sombra de alguien que me agarraba por el cuello desde atrás mío, estrangulándome con unas manos firmes que sentía realmente en la garganta.

De pronto me vi envuelta en un forcejeo por mi vida con alguien sin rostro, sin forma, con un fantasma, conmigo misma. Mi álter-ego me estaba intentando cortar la respiración apretándome el cuello por la espalda, y en un último intento por liberarme me arrodillé y mi subconsciente cayó delante mío, boca arriba, como el secuestrador al recibir el brusco tirón del rehén que cae al suelo en el afán de ser un héroe al detener la acción del contrario.

Sin tiempo para reaccionar agarré el cuerpo invisible de mi contrincante y en una surrealista unión mágica sentí mi otro yo penetrar en mí y recuperar mi estabilidad psíquica, volviendo a tener el subconsciente unido a los pensamientos ordenados. Sentir esta estabilidad me hizo perder los nervios y en un ataque de éstos me incorporé de lo que debería ser el suelo, pero sin lógica ni coherencia era mi cama, en la que estaba tapada con el edredón y la manta.

Ahogué un grito y abrí los ojos de golpe. Todo había sido un sueño. Pero esa extraña luz azul seguía ahí. ¿Estaba soñando o despierta? ¿Era real o invención de mi mente?


No pude soportar tanta presión, empecé a gritar en la cama y a llorar y salí corriendo. No sé cómo llegué ni cuánto tardé, ni siquiera sabía realmente porqué había ido allí, pero me encontré de pronto en un estrecho y oscuro portal, en el que sólo una vez antes había estado. En el que una vez soñé que quien me había llevado allí algún día me pertenecería.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Bombilla fundida.

Ahí va un texto "extraoficial":

Suena una sirena en algún lado, pero no las que tienen cola y nadan. A tientas me despego las ásperas sábanas, humedecidas por el sudor que ya no sé a quién pertenece. Me deslizo muy lentamente hasta el borde de la cama, que se ha quedado fría sin remedio. Para conservar el último suspiro de calor que supongo que mi cuerpo guarda, me enrosco en mí misma, intentando a la vez prolongar el sueño en el abismo entre la fantasía y la realidad. Y sin avisar empieza otra vez a sonar.
Se sigue oyendo un ruido ensordecedor, que me aturde los pensamientos y me bloquea la consciencia. ¿Quién se atreverá a molestarme? No lo soporto, es terrible, que alguien lo pare. ¡Mierda!, me he caído de la cama. Ahora me doy cuenta: están llamando al timbre.
Saco fuerzas de no sé dónde para plantarme en el pasillo y contestar de mala gana. “¿Quién es? … no, no he pedido ningún electricista y tampoco hemos sufrido ningún apagón. Sí, estoy segura”. ¡Maldita sea!
Me dejo caer hasta tocar el suelo, apoyándome en la rugosa pared que me araña los hombros desnudos. Me siento más sola en la cama y decido quedarme escondida en la oscuridad del sombrío pasillo dónde al menos quedan las huellas invisibles del día en que te fuiste.
[…]
Las leyes que impusimos para hacer justicia hoy son el hazmerreír del populacho y el pan de mis despedazadas esperanzas, frías y apagadas como una bombilla fundida. Y lo peor del apagón es que ya no veo nada sin luz, ni los coches, ni la gente, ni las cosas importantes, ni las que no lo son. Ni siquiera te puedo ver a ti. Pero no me preocupo demasiado, mi oculista asegura que todo irá bien.

Juguemos.



¿Humanidad, qué es hecatombe? ¿Hecatombe, qué es humanidad? Hecatombe es la educación implantada a la sociedad desde el parvulario, las piruletas y las pistolas, los caramelos y las granadas, los juguetes y el egoísmo, los juegos y la ambición. Y en este último capítulo, como en toda la historia, nos dedicaremos a jugar a matar. Pero esta vez Dios no tendrá nada que ver.