Clase
miércoles, 7 de octubre de 2009

Micro-relato: ¿Por qué ella?

Cuando empezó a notar la proximidad de diversas personas, los latidos de su corazón se aceleraron de forma inmediata y empezó a temblar levemente. Todo era caos y descontrol a su alrededor. Enfocó los ojos de un lado a otro, sin más movimiento que el de sus pupilas moviéndose de manera frenética y el temblor que le recorría el cuerpo. Sabía que algo iba mal. Era consciente de que aquél cuerpo que yacía tendido a varios metros hacia delante en medio de un charco de líquido rojo no era otra más que su dulce hija. Una niña de apenas once años, de cabellos azabache, piel en ese momento pálida y ojos claros, abiertos de par en par manteniéndole así una mueca de terror imperturbable.

¿Por qué estaba allí tirada, rodeada de sangre? ¿Estaba muerta? ¿Qué había pasado? ¿Porqué ella?

Al hacerse esas mismas preguntas mentalmente una y otra vez, empezó a notar la falta de aire en sus pulmones. El oxígeno no conseguía llenarlo. Se ahogaba. Inspiró y expiró lo más rápido y profundamente que le permitía su estado catatónico, sin conseguir nada más que un leve mareo se apoderara de su cabeza. Todo le daba vueltas, todo era escándalo.

Había gente caminando, corriendo, hablando, gritando, escribiendo, examinando. Todos se movían, todos formaban parte de aquél estruendo. Todos menos él. Y su hija, que yacía muerta en medio de toda aquella catástrofe de gente.

Intentó mirar hacia uno de sus lados, donde un hombre vestido con un uniforme policial lo flanqueaba, tal vez protegiéndolo de cualquier otro mal que pudiera seguir acechando a la familia. El mismo panorama al otro lado. ¿Por qué lo vigilaban? No le importaba si también lo mataban a él, al fin y al cabo. Solo quería llorar. Y gritar. Lamentarse por la pérdida de su hija. ¿Era un pecado el enloquecer por el fallecimiento de un ser querido? ¿La única persona que te queda?

¿Por qué ella?

Vio como otro oficial se acercaba hacia ellos y le hablaba, más no logró entender ni una palabra. La conmoción era demasiada. Solo supo que las intenciones de los oficiales eran el sacarlo del hogar cuando escuchó las palabras “venga a comisaría”.

¿De qué hablaba ese hombre? ¿No podía quedarse un poco más con su hija, a pesar de que esta ya hubiera partido hacia otro mundo? ¿Por qué tenían que separarlos en ese momento?

Mientras lo arrastraban hacia la salida del hogar, él sin oponer resistencia alguna a causa de la sorpresa, el espanto, el horror, el miedo que lo invadía, escuchó a un par de vecinas murmullar por los alrededores del jardín poco cuidado anexo a su vivienda, en esos momentos atestada de policías, médicos y curiosos.

-Al parecer, la niña solo preguntaba por su madre… la que los dejó hace dos semanas.
-¿No es atroz? Asesinar a su propia hija…

1 comentarios:

Esquince dijo...

Está muy bien descrito y escrito.

PD: "Mas" cuando tiene el significado de "pero" no lleva tilde. :)

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