Clase
viernes, 20 de noviembre de 2009

A7X (Relato del día de la Mercé)

Son las 9 del domingo 27 de Septiembre del 2009. Esta anocheciendo. Pronto tengo que ir a trabajar, al hotel Ac, de recepcionista. Odio mi trabajo. Cojo las llaves y salgo de mi apartamento, de 30 metros cuadrados y me dirijo al hotel. Odio mi apartamento. Entro en mi vehículo, un Peugeot 105. Odio mi coche. Son las 9 y media. Entro en el hotel, me pongo mi uniforme y me dirijo a la mesa de recepción. Dibujo en mi cara una falsa sonrisa, con la que se marcan las arrugas de mi rostro envejecido, y a esperar que entren clientes.Mi compañera de trabajo, Alice, se dirige hacia mí y me dice.- Buenas noches Aarón –Sonríe y continúa hablando-. Tenemos que volver a quedar, me lo pase muy bien ayer.-Cuando quieras –Respondo devolviéndole la sonrisa.
Alice tiene 19 años. Trabaja de camarera en el hotel para pagarse sus estudios. Estudia magisterio de lengua extranjera. En ocasiones quedamos y le enseño inglés, ya que lo domino con excelencia. Domino muchos idiomas, algunos ya no se hablan.
-¿Cómo que sabes hablar tantos idiomas? –Pregunta Alice-. -Es porque he vivido mucho en muchos lugares del planeta.- Cuando quedemos me tienes que contar más anécdotas de ti y de tu familia.- Como quieras.
Las anécdotas que le cuento no las ha vivido mi familia, sino yo. He vivido mucho, y aún tengo que vivir más.
Son las 5 de la madrugada. Alice y yo recogemos nuestras cosas y salimos juntos del hotel. La verdad es que yo amo a Alice. -Aarón dime una cosa –Dice Alice mirándome con cara de preocupación-¿Tú sientes algo por mi verdad?-Alice, no se te escapa una –Respondo, y antes de que ella diga algo adjunto-. Ahora es la Lujuria, la que me enviará al infierno.-¿Qué estás diciendo? –Alice no estaba entendiendo mis palabras-. No te preocupes… pues yo te amo también.-No debemos Alice –Digo mientras me subo la manga derecha y observo mi marca del brazo y se la muestro también a Alice-.-¿Qué es? –Pregunta con curiosidad-.-Puedes ver que hay marcados 5 números uno en escritura romana y una cruz.-¿Qué significa? –Sus dudas no se han resuelto-.-La cruz significa mi lealtad a Dios–Digo mientras sonrió mostrando los colmillos-.y lo otro son las veces que he ascendido desde el inferno-. Alice no entiende nada de lo que digo, pero es lo cierto. No deseo volver allí. Mis visitas a ese lugar no han sido muy agradables. No debí haberle matado –Pienso mientras Alice sigue confusa-. Veo como al final de la calle aparecen unas llamas blancas se las que surge una persona. Odio esas llamas blancas. Otra vez, había llegado mi hora.
-Alice, me gustaría contarte mi vida –Volví a pensar-. Mis vidas.-¿Cómo que tus vidas? –Alice no daba crédito a lo que oía-.La agarro de un brazo mientras nos adentramos en un callejón oscuro y sin salida. Noto que el pulso de Alice esta acelerado. El temor invade su cuerpo y se desmaya. Decido coger su cuerpo y apoyarlo en mis hombros y dirigirme hacia mi apartamento. ¿He comentado ya que lo odio?. Una vez allí consigo que recupere el conocimiento. Alice empieza a llorar. La abrazo. Una vez calmada me pongo frente a ella, cara a cara.
-Alice voy a contarte la verdad sobre mi existencia, presta mucha atención, pues solo te la contaré una vez, o puede que no esté vivo para contarte el fin.
Alice no dice nada. Nunca la había visto tan seria. Supongo que no es una niña como yo pensaba.
-Esta es mi historia –Digo y empiezo a contarle el relato que es mi vida-.
Yo nací muchos siglos antes, no te sabría decir una data con exactitud. Soy judío y en esos tiempos también lo era. Era un pastor que vivía en Oriente medio. Era viudo y mantenía a mis dos hijos. Dios se llevó a mi esposa por no sacrificar parte de mi rebaño cuando los demás habitantes de mi pueblo lo hicieron. En ese entonces empecé a odiar a Dios. Mi odio hacía él aumentó cuando el clero premió a los habitantes de mi pueblo con la ostia divina por haber hecho sacrificios. No recibir la ostia me dio igual en ese momento, pues empecé a olvidarme de la religión, pero mis hijos me menospreciaban y me insultaban por no haber sido bautizado ni haber recibido la ostia como el resto de los padres de sus amigos. A los 7 años me abandonaron por ese motivo y fueron adoptados por el padre Abraham que los introdujo de nuevo en la creencia en el Señor.
Yo estaba furioso, muy furioso. Decidí coger mi hoz y me dirigí a la iglesia. Allí maté al padre Abraham y malherí a unas monjas que me intentaron impedir mi propósito. Noah, uno de mis hijos se abalanzó sobre mí para vengar al padre Abraham. No me lo podía creer, Dios había puesto a toda mi familia en mi contra. La irá invadió mi cuerpo y mató a mi hijo. Yo no lo sabía, pero mi hijo Diego lo observó todo escondido detrás de la figura del señor.
Una vez concluida la matanza, cogí mis cosas, robé un caballo y salí al galope de mi pueblo. Me dirigí hacia el norte, sin rumbo. Hallé una ciudad basta y me adentré en ella. Allí una familia me adoptó y trabajé en los campos de las afueras conreando frutas y luego colaboraba a venderlas en el mercado de la ciudad. Trabajé 3 meses para esa familia hasta que una tormenta de nubes blancas acabó con sus campos.
Compré un caballo y me dirigí al este, sin rumbo otra vez. Pero algo ocurría en los lugares que yo cruzaba. Las plantas en las tierras por la que pasaba se morían, y siempre me acompañaba una fuerte lluvia. Vague por muchas tierras hasta que perdí el conocimiento.
Cuando desperté estaba en unas tierras desérticas, no tenía ni idea de donde estaba. Mi caballo ya no me acompañaba. Ande por esas tierras durante 7 días sin comida ni bebida. Hasta que el octavo día me encontré con un hombre, viejo, de cuerpo magullado y expresión de tristeza. Tenía un jarro con agua, del cual quiso compartir conmigo. Acepté. Seguía teniendo sed, mucha sed. Me di cuenta que en mi espalda aún estaba la hoz con la que asesiné a mi hijo. Y sin pensarlo dos veces la agarré y le corte un brazo al hombre que me mostró su amabilidad. Luego corté la cabeza y bebí de su botella. Que resultó estar vacía. Entonces unas llamas blancas surgieron de la tierra. De las llamas apareció un hombre. No recuerdo su aspecto y lo he visto ya 6 veces. Me señaló con el dedo y dijo. -No será así. Cualquiera que maté a Caín será castigado siete veces.
Y las llamas me tragaron. Entonces me di cuenta de que a quien había matado era Caín y que estaba en la Tierra de Nod y, que el hombre que salió de las llamas era Jehovah. Cuando desperté me encontraba en unas tierras rocosas con llamas emergentes de las rocas. Estaba en el Infierno. Quien lo iba a decir que acabaría allí. Dios me había castigado por todo lo que había hecho.
-Veamos… - Dijo una voz grave-. Has cometido dos pecados capitales: Ira y Avaricia. Muy mal chico. Y para colmo has matado a Caín. Tú no has leído la Biblia verdad. Ese Señor, no aprenderá. Según el Génesis capitulo 4 versículo 15 tienes que ser castigado 7 veces. Me toca a mí aplicarte los castigos.-Pe…- Intenté decir-.
-¡En el Infierno los mortales no tenéis derecho a hablar! – Gritó esa figura de voz. Al gritar unas llamas emergieron del suelo y me quemaron por completo. Intenté gritar pero no salía ruido alguno de mi boca y mi cuerpo se consumió. Al ser cenizas completamente volví a mi estado natural-. Si vuelves a hablar lo volveré a hacer. Hmmm, estar aquí ya es suficiente castigo, normalmente no aplico yo los castigos pero no tengo más remedios. Por lo que sé de la manera que mas has sufrido en tu vida ha sido con la vida misma. El castigo está claro. Vivirás 7 veces más. Cada vez que cometas otro pecado capital volverás aquí y emergerás otra vez a otra vida. Intentaremos que no sean seguidas.
Y las llamas volvieron a tragarme. Aparecí en otra edad. Viví hasta que cometí otro pecado y esas llamas volvieron a aparecer, pero esa vez no apareció Jehovah. Esa vez aparecieron miles de serpientes que me estrangularon, me mordieron y me picaron miles de veces. Volví al infierno. Así 5 veces más. En cada vida me esperaba una muerte distinta. Esta es mi sexta vida y la Lujuria ha invocado esas llamas. Pronto veremos cuál es la muerte que me depara ahora. Alice que ha escuchado mi historia se ha quedado sin expresión. No sabe si creerme o no. De repente levanta la cabeza y me abraza.
-¿Sabes qué? –Pregunta mientras una lagrima cae por su mejilla-.-¿Qué?- Respondo con otra lagrima-.-Seguiremos juntos hasta la muerte –Y me abrazó con más fuerza.
De repente mi puerta empieza a quemarse, por unas llamas blancas. Las odio con todo mi magullado corazón. Las llamas avanzan por todo mi apartamento hasta estar rodeados por 4 paredes en llamas. Alice y yo salimos corriendo, a través de las llamas. Entonces unas manos cogen a Alice y una persona por detrás me golpea la espalda con su codo y caigo al suelo. Son 2 hombres. Mientras uno coge a Alice, el otro no para de golpearme. Me golpea y me golpea. No paro de recibir golpes. El hombre ésta encima de mí en el suelo y golpeando sin cesar. Finalmente cogen mi careta y huyen velozmente. Alice llama a la ambulancia la cual llega enseguida. Con toda la gente que hay estos días por la calle, como es que nadie ha visto las llamas –Me pregunta Alice. Yo sonrío. Me tumban en una camilla y cierro los ojos.
a abrir estaba en el hospital en una cama, con unas flores y Alice llorando en una silla en el lado derecho de la cama. Intenté mover el brazo derecho pero no pude. Alice ve que hago un movimiento en vano y me habla. Yo veo como mueve los labios pero no el sonido que producen. Con mi último esfuerzo levanto los brazos, cojo la cabeza de Alice y la aproximo a la mía hasta que nuestros labios mantienen un último contacto. Con el beso cierro los ojos y cuando los abro le veo a él otra vez, en su trono, con un fondo de llamas.
-Buenos días.

1 comentarios:

Ricardo Triviño Sánchez dijo...

Me gusta el final! :)

Aunque alguien debería reformatear el texto. Las líneas están muy juntas y, al ser tan largo, cuesta bastante leerlo. :P

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