INICIO, NUDO Y DESENLACE
Eran las cinco de la mañana y empezaba un nuevo día, un día que prometía ser como otro cualquiera, pero algo me dijo que el día tendría algo distinto, un pellizco de pimienta al bistec de ternera que es la vida. Un bistec soso, duro y correoso, frío por el paso del tiempo, pero que nos comemos igualmente... ¡bah! Un día más en una vida anónima.
Salí de casa con tranquilidad, siempre el mismo horario, la misma rutina; mi mujer dormía y por no despertarla no me despedí. Ella trabaja en un turno nuevo y últimamente nos veíamos poco, a las dos horas de llegar ella, yo me iba al trabajo. Nunca llegamos a tener hijos, y ahora ya es tarde. Silenciosamente me deslicé dentro del coche, puse el contacto, sentí el carraspeo de mi viejo auto y tomé carretera hacía el centro. Barcelona, una locura de ciudad, todo va tan rápido, todos somos tan anónimos, impersonales, ovejas de rebaño que se dirigen en manada a sus respectivos puestos, para ganarse un mísero sueldo que dé para pagar un piso a medias y las necesidades básicas, pero sin lujos ni caprichos. En fin, supongo que así es la vida, tienes que luchar y padecer, y seguir en pie, para alcanzar ese pequeño algo que nos falta, eso que llaman felicidad. Quizás sí, pero, ¿la he alcanzado? ¿De verdad me siento feliz? No he realizado mi sueño de ser pintor, no he tenido hijos, me casé joven y vivo en un falso matrimonio con una esposa que ama a otro, no a mí; ambos lo sabemos, pero ya nos hemos acostumbrado a vivir así: nos queremos por costumbre. No, no soy feliz. Mierda, acaba de empezar el día para mí, y ya tengo problemas: unos chavales han entrado en el hotel, no sé bien lo que pasa, pero parece que mis compañeros de recepción necesitan ayuda. Algo me dice que no vaya hacia allá, pero tampoco puedo dejarles tirados, la cosa se está empezando a poner fea. Voy, son tres jóvenes, quieren entrar a los servicios, los acompaño a la puerta. Entre gritos y malos modales salimos fuera, hay un forcejeo, gritos, veo como el puño de uno de ellos se dirige hacia mí. Es tarde. No puedo parar el golpe, que impacta en mí haciéndome caer de espaldas y golpearme con el bordillo. Blanco. Sólo veo blanco. Me siento como en una nube, he dejado de sentir el cuerpo y mi mente vuela libre, sin preocupaciones, sin ataduras, sin dolores ni sufrimiento.
Sé que estoy entre la vida y la muerte sumido en el coma, soy consciente de ello, pero no tengo miedo. He llevado una vida vacía, hay muchas cosas que me quedan por hacer, pero no me siento frustrado, ahora ya no importa nada. No soy consciente del paso del tiempo, quizás me he evadido dos horas, o dos años. No importa, no importa nada, no importa, sé que voy a morir. Ahora ya no tiene sentido ninguna preocupación o lamento, la vida se termina, no sé lo que me espera, pero estoy tranquilo. Mi mujer lo superará, con el seguro de vida acabará de pagar la hipoteca y podrá ser feliz con su amante. Siento que no dejo nada dejándolo todo. Ahora estoy en paz.
4 comentarios:
Como cambia dependiendo del autor, el punto de vista de quien explica la historia: unos el agresor, otros la víctima...
Sobre lo de la vida que es un bistec de ternera, deberíamos decir que la vida de unos parece un suculento entrecot y la de otros una triste rodaja de chope. :(
¡Yo quiero entrecot a la pimienta para todos! XDDD
jajajajajaja
es una comparación que me salió un día hablando con un chico con el que estaba saliendo. Le dije: ¿para que voy a comer hambuerguesas teniendo bistec en casa?
Desde entonces es una frase que uso cuando encarta. Y me gusta bastante xD
PD: yo quiero entrecot con salsa de queso azul :)
por cierto, el punto de vista del relato es muy pesimista porque cuando lo escribí estaba enfadada con el mundo, y el que pagó con ello fue el texto :)
normalmente no soy tan pesimista, soy optimista con algo de experiencia XD
Un pesimista es un optimista precavido. XD
PD: Soy Esquince sin "Esquince", rebautizado.
PD2: El password que he tenido que poner esta vez ha sido "ought", que parece un lamento de Homer Simpson. XD
Publicar un comentario